Te envío esta nota debajo del collar de Rex, debido a que yo tengo que quedarme aquí. Espero que la nota te llegue.
No pude entregar la letra de cambio con la que me enviaste, debido a que la viuda Blackwell está muerta.
Está en el piso de arriba. La he colocado sobre la cama.Tiene un aspecto horrible.
Quisiera que trajeras al comisario y al forense Wilks.
No sé dónde se encuentra en estos momentos el pequeño Jim Blackwell. Está tan asustado, que se pasa el tiempo corriendo en torno a la casa y escondiéndose de mí.
Quienquiera que haya matado a su mamá debe haberlo asustado terriblemente. No dice ni una palabra.Se limita a correr alrededor de la casa, como si fuera una rata asustada.
Veo a veces sus ojos en la obscuridad y, un momento después, desaparecen. Como sabes, no hay luz eléctrica en este edificio.
Llegué aquí a la caída del sol, trayendo la nota. Hice sonar la campanilla, pero nadie me respondió; por consiguiente, empujé la puerta de entrada y miré al interior.
Todas las persianas estaban bajadas. Oí a alguien que corría en la habitación del frente y pasos que corrían escaleras arriba.
Llamé a gritos a la viuda, pero no respondió. Comencé a subir las escaleras y vi a Jim, que miraba hacia abajo, por entre los barrotes del barandal.
Cuando me vio mirándolo, corrió al vestíbulo, y no lo he vuelto a ver. Miré en todas las habitaciones del piso superior. Finalmente, miré en la habitación de la viuda Blackwell y allí la encontré,
tendida en el suelo, muerta, en medio de un charco de sangre.
Tenía la garganta abierta completamente y sus ojos miraban hacia arriba, hacia mí. Era un espectáculo terrible. Le cerré los ojos, busqué en torno del cadáver y encontré una navaja de barbero.
La viuda tenía puesta toda su ropa, de modo que supongo que el asesino deseaba robarla.
Bueno, papá, te ruego que vengas rápidamente con el comisario y el forense Wilks.
Voy a quedarme aquí, para vigilar y para que no salga Jim y se pierda quizá en los bosques.
Pero ven tan rápidamente como puedas, ya que no me agrada permanecer sentado aquí con ella arriba en esas condiciones
y el pequeño Jim corriendo por la casa obscura.
LUKE.
Acabamos de salir de la casa de tu hermana. Todavía no les hemos dado la noticia a los periódicos, de manera que soy yo quien tiene que comunicártela.
Envié a Luke a su casa con una nota de los impuestos de propiedad y encontré a tu hermana asesinada.
No me agrada ser yo quien te dé la noticia, pero alguien tiene que hacerlo. El comisario y sus hombres están registrando los campos, buscando al asesino. Suponen que debe de ser algún vagabundo o algo así. Sin embargo, no la violaron y, por cuanto hemos podido ver, no falta nada en la casa.
Lo más importante que tengo que decirte ahora se refiere al pequeño Jim. Ese niño va a morir pronto de hambre y a causa del terror. No quiere comer nada. A veces, come un pedazo de pan o un dulce; pero en cuanto comienza a masticarlo, su rostro se descompone, se pone muy enfermo y lo vomita. No lo comprendo en absoluto.
Luke encontró a tu hermana en su habitación, con la garganta cortada de oreja a oreja.
El forense Wilks dice que la mano que cometió el crimen debía de ser muy fuerte y firme, debido a que el corte es profundo y seguro.
Siento mucho tener que decirte todo esto, pero creo que es necesario que lo sepas. Los funerales tendrán lugar dentro de una semana.
Luke y yo tuvimos muchas dificultades para atrapar al muchacho. Estaba como poseso. Corría en la obscuridad por todos lados y chillaba como una rata. Nos mostró los dientes cuando lo acorralamos, alumbrándonos con una lámpara.
Tiene toda la piel blanca y el modo en que le giran los ojos y la espuma que aparece en su boca, es algo horrible de ver.
Finalmente, logramos atraparlo. Nos mordió y se debatió como una anguila. Luego, se puso rígido y Luke dijo que era como transportar una tabla de dos por cuatro.
Se lo llevó a la cocina y trató de darle algo de comer. No quiso nada. Tragó un poco de leche, como si se sintiera culpable de tomarla. Luego, en un momento, su rostro se descompuso, abrió la boca, y vomitó la leche.
Siguió tratando de huir de nosotros. No pronunció ni una sola palabra. Solamente gruñe y gime como un simio, hablando consigo mismo.
Finalmente, lo llevamos escaleras arriba, para acostarlo. Se ponía rígido en cuanto lo tocábamos y creí que se le iban a salir los ojos de las órbitas, a juzgar por como los abría. Abrió la boca y nos miró como si fuéramos demonios, o como si nos dispusiéramos a cortarle la garganta como le habían hecho a su mamá.
No quería entrar en su habitación. Gritaba, se retorcía y forcejeaba en nuestras manos como un pez. Apoyó los pies contra la pared y tiraba, empujaba y arañaba. Tuvimos que darle una bofetada y, entonces, abrió desmesuradamente los ojos y se puso nuevamente rígido como una tabla.
Lo levantamos y lo llevamos a su habitación. Cuando lo desnudé, recibí un choque como hacía muchos años que no me sucedía, George. Ese muchacho está lleno de cicatrices y magulladuras en la espalda y el pecho, como si alguien lo hubiera golpeado y lo hubiera torturado con pinzas, hierros al rojo vivo o Dios sabe qué. Sentí frío en la espina dorsal al verlo.
Ya sé que decían que la viuda no las tenía todas consigo desde que murió su esposo, pero no puedo creer que ella lo hiciera. Es un trabajo de alguien completamente loco.
Jim estaba soñoliento, pero no consentía en cerrar los ojos.
Continuaba mirando al techo y a las ventanas y movía los labios como si quisiera hablar. Estaba gimiendo en tono bajo y entrecortado, cuando Luke y yo salimos al vestíbulo.
En cuanto lo dejamos solo, comenzó a gritar con todas sus fuerzas y a revolverse sobre su lecho, como si alguien estuviera tratando de estrangularlo. Nos precipitamos a la habitación y levanté la linterna, pero no pudimos ver nada. Creo que el muchacho estaba enloquecido de miedo e imaginaba ciertas cosas.
Luego, como si tuviera que suceder, la lámpara se apagó, quedándose sin aceite repentinamente, y vimos rostros blancos que nos miraban desde el techo, las ventanas y las paredes.
Fue un momento terrible, George. El muchacho gritaba con todas sus fuerzas y se retorcía en la cama, pero sin levantarse. Luke trataba de encontrar la puerta y yo buscaba una cerilla, pero tratando de mirar al mismo tiempo aquellos horribles rostros.
Finalmente encontré un fósforo, lo encendí y ya no pudimos ver los rostros; solamente parte de uno en la ventana.
Envié a Luke al vehículo a buscar aceite, y cuando regresó, encendimos la linterna de nuevo, miramos a la ventana y vimos que el rostro estaba pintado en ella con pintura especial para que brillara en la obscuridad. Lo mismo sucedía con los rostros en las paredes y el techo. Era suficiente para asustar a un hombre hasta volverlo medio loco. Y alguien lo había hecho en el dormitorio de un niño.
Lo llevamos a otra habitación y lo acostamos. Cuando lo dejamos, estaba gimiendo en sueños y pronunciaba palabras que no logramos comprender. Dejé a Luke en el vestíbulo, al exterior de su habitación, para que pudiera vigilar, y yo me dediqué a registrar la casa un poco más.
En la habitación de la viuda encontré toda una estantería llena de libros de psicología. Todos ellos estaban marcados en diversos lugares. Miré en uno de los lugares marcados y vi que explicaba cómo poder hacer que las ratas se volvieran locas, haciéndoles creer que había alimentos en lugares en los que no había nada. Y en otro lugar explicaba cómo era posible hacer que un perro perdiera el apetito y muriera de hambre, cuando se golpean dos grandes pedazos de tubo en el momento en que el pobre animal trata de alimentarse.
Creo que ya sabes lo que pienso. Pero es tan terrible que apenas puedo creerlo.
Me refiero a que Jim haya enloquecido tanto que la haya asesinado. Es tan pequeño que no comprendo cómo habría podido hacerlo.
Tú eres su único familiar, George, y creo que debes encargarte del niño. No deseamos llevarlo a un orfanato. No está en condiciones de ir a una institución semejante. Por eso te estoy explicando todo sobre él, con el fin de que puedas formarte un juicio.
Había otra cosa. Toqué un disco en un fonógrafo de la habitación del niño. Sonaba como si una banda de animales salvajes estuvieran produciendo infinidad de ruidos infernales y, sobre todos esos ruidos, se oía una terrible carcajada.
Eso es casi todo, George. Ya te comunicaremos si el comisario descubre al asesino de tu hermana, puesto que nadie cree que Jim lo haya hecho.
Desearía que te llevaras al niño contigo y que trataras de calmarlo.
En espera de tus noticias,
SAM DAVIS.
Recibí tu carta, y estoy tan trastornado que apenas puedo expresarlo.
Supe desde hace mucho que mi hermana estaba mentalmente desequilibrada: desde que murió su esposo; pero nunca hubiera creído que había llegado tan lejos.
Cuando era joven, se enamoró de Phil. Nunca hubo otro hombre en toda su vida. El sol se elevaba y se ponía sobre su amor por él. Era tan celosa que, en cierta ocasión, debido a que Phil había invitado a otra joven al baile, hizo pasar sus manos por los cristales de una ventana y estuvo a punto de desangrarse.
Finalmente, Phil se casó con ella. Parecía que nunca había existido una pareja más feliz que ellos. Mi hermana hacía todo por él. Phil era toda su vida.
Cuando nació Jim, fui a verla al hospital. Me dijo que deseaba que hubiera nacido muerto, debido a que sabía lo mucho que el niño significaba para Phil, y que ella quería que no deseara a nadie más que a ella.
Nunca fue buena con Jim. Siempre le guardó rencor. Y aquel día, hace tres años, cuando Phil se ahogó para salvarle la vida a Jim, pareció volverse loca. Yo estaba con ella cuando recibió la noticia.
Fue a la cocina, tomó un gran cuchillo y recorrió con él las calles, tratando de encontrar a Jim para matarlo. Finalmente, se desmayó en la calle y pudimos hacerla volver a casa.
Ni siquiera quiso mirar a Jim durante un mes. Luego preparó sus equipajes y se fue con el niño a la casa esa del bosque. Desde entonces, no he vuelto a verla.
Como usted mismo vio, el niño tiene miedo de todo y de todos. Excepto de una persona. Mi hermana lo planeó todo. Lo fue planeando etapa por etapa...
¡Que Dios me perdone por no haberlo comprendido antes! En un mundo lleno de horrores que ella misma construyó para Jim, dejó que la criatura sólo confiara y necesitara de una persona: ella.
Era el único escudo en que Jim podía ampararse contra esos horrores. Mi hermana lo sabía perfectamente cuando murió. Jim se volvería completamente loco, debido a que no quedaría nadie en el mundo en quien pudiera confiar cuando no estuviera ella.
Creo que ahora comprenderás por qué digo que no hay ningún criminal.
Entiérrenla rápidamente y envíenme al niño. No asistiré a los funerales.
GEORGE BARNES.